Hace algunos días estuve en un congreso, en el que un predicador de nombre Fernando Zamora compartió la palabra acerca del carácter inmutable de Dios, en cuanto a su palabra y sus promesas, en su prédica decía que ese carácter es también el que deberíamos tener nosotros u al menos orar para tener ese carácter inmutable, porque en ciertas ocasiones o circunstancias nuestro carácter se ve debilitado ante los acontecimientos que tenemos por delante.
Creo que el carácter se debilita cuando hay temor, tal vez hay otras razones más, pero el día hoy quisiera hablar del temor, y para eso quiero mencionar que este domingo tuve la oportunidad de escuchar el mensaje de Max Lucado, que se tituló “Imagina tu vida sin preocupación”, esta palabra se compartió en la Iglesia Monte María – Tierra Prometida.
El hermano Max Lucado basó su mensaje en Mt. 8:23-28, Mt.26:36 ss. y Mr.14:32 ss. y por supuesto en su nuevo libro titulado “Sin temor”.
Inició el mensaje diciendo que el temor nunca ha hecho nada positivo: no ha hecho héroes, no ha sacado a las naciones de la pobreza, no ha construido puentes, no ha hecho prosperado a las personas, etc. Sin embargo el temor en la mente nos hace pensar que no le importamos a Dios, como cuando los discípulos le gritaron a Jesús que en ese momento estaba dormido en la tormenta “¡Señor, sálvanos, que no nos vamos a ahogar!”, que más su grito fue como si le dijeran “Señor, ¿a caso no te importa lo que está pasando?”. El Señor Jesucristo le respondió “Hombres de poca fe, ¿por qué tienen tanto miedo?” Y entonces se levantó y reprendió a los vientos y a las olas, y todo quedó completamente tranquilo. De esta forma es como Jesús actúa antes nuestros temores, trae calma y paz ante cualquier situación, teniendo el control de todo lo que no rodea aún cuando estemos pasando una tormenta semejante a la que vivió Jesús con sus discípulos. Continuó con su enseñanza y dijo que -al miedo hay que tratarlo como a los mosquitos- no esperar a que te extraiga la sangre, o mejor dicho que te extraiga la fe y el gozo, por eso hay que sobreponerse inmediatamente con oración como Jesús lo hizo en el Getsemaní, cuando oro tres veces porque en su humanidad empezó a sentir el temor y la tristeza. Finalmente concluyó diciendo que el propósito de la Iglesia es orar y ser compañera de las personas con temor, siendo los hermanos quienes deben apoyar a otros a orar cuando tienen temor; siempre confiando en que Jesús está al control de toda situación como en la barca con sus discípulos. Y que no olvidemos que el temor no es un pecado, sino un sentimiento y que en dosis pequeñas puede ser una advertencia de Dios, y que nosotros debemos conducirnos en el temor sano de Dios. Concluyó con la siguiente frase:
“El temor puede llenar el mundo, pero que no llene tu corazón.”