Conversando con un amigo acerca de las actividades que realizaba en su trabajo, atrajo mi atención cuando dijo: “Un pequeño error puede traer consecuencias grandes”. Recordé una historia que se narra en 2ª de Reyes 13:14-19
Eliseo estaba enfermo, el rey Joás lo visitó. Para darle una lección, Eliseo le dijo al rey: -consigue un arco y varias flechas. Joás así lo hizo. Luego Eliseo le dijo: -empuña el arco. Cuando el rey empuñó el arco, Eliseo puso las manos sobre las del rey y le dijo: -Abre la ventana que da hacia el oriente. Joás la abrió, y Eliseo le ordenó: -¡dispara!. Así lo hizo. Entonces Eliseo declaró: -¡Flecha victoriosa del Señor! ¡flecha victoriosa contra Siria! ¡Tu vas a derrotar a los sirios en Afec hasta acabar con ellos! Así que toma las flechas –añadió. El rey las tomó y Eliseo le ordenó: -¡Golpea el suelo! Joás golpeó el suelo tres veces, y se detuvo. Ante eso Eliseo se enojó, y le dijo: -Debiste haber golpeado el suelo cinco o seis veces; entonces habrías derrotado a los sirios hasta acabar con ellos. Pero ahora los derrotarás sólo tres veces.
Joás cometió un pequeño error: ser indiferente. Dios quería darle la victoria completa sobre los sirios, pero a Joás no le importó lo suficiente como para hacer su parte, solo era golpear más veces el suelo. Su indiferencia lo llevó a un fracaso. Un pequeño error produjo una gran consecuencia.
Dios también quiere darte la victoria completa pero tienes que esforzarte, dicho de otra forma: tienes que hacer algo extraordinario a la manera de Dios.
Que nuestra oración sea:
“Enséñame a hacer tu voluntad, porque tu eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me guíe por un terreno sin obstáculos.” (salmos 143:10)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa tu opinión, escríbenos a llamadodedios@gmail.com