miércoles, 29 de abril de 2009

UN LLAMADO AL ARREPENTIMIENTO por Laura Téllez

“Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones.”

Salmo 51:1


Me encontraba preparando un mensaje para compartir en una célula; después de un largo día de trabajo, en el cual por cierto, fui testigo de que Dios había escuchado mis oraciones y había actuado a favor de la vida de una joven que está a mi cargo. En mi corazón y mi mente había estado este pensamiento ya por varios días: Vivimos tiempos en los cuales miramos crisis por todos lados, Dios lo permite por un propósito, eso queda claro, pero ¿qué es lo que nos corresponde a nosotros? ¿Qué debemos hacer?


No podemos esperar que las situaciones cambien si seguimos haciendo lo mismo de siempre; aun cuando pensemos que nuestra vida va bien, todos poseemos áreas en las cuales debemos trabajar para mejorar… En ese momento, llegó la inspiración: Dios anhela hombres y mujeres entregados de corazón a Él, con corazones arrepentidos, clamando por su misericordia y dirección. Entonces abrí mi Biblia en el libro de Joel, honestamente nunca le había puesto atención con anterioridad, comencé a leer sobre la devastación provocada por una plaga de langostas, como muestra del juicio de Dios sobre el pueblo de Israel, al llegar a Joel 2:12,13 me encontré con algo asombroso, por medio de su profeta, Dios hace un llamado directo al arrepentimiento, la condición básica para que Él acuda en su ayuda.


12 "Pero aun ahora," dice Jehová, "volveos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno, llanto y lamento. 13 Desgarrad vuestro corazón y no vuestros vestidos." Volved a Jehová, vuestro Dios, porque él es clemente y compasivo, lento para la ira, grande en misericordia, y desiste del castigo.


Al ser Dios quien estableció el juicio, es el único que puede detenerlo, así como el volver de los corazones del pueblo hacia Él, la práctica que aseguraría su perdón, ayuda y restauración. Esto no era nuevo, ya con anterioridad había hablado a Salomón acerca del perdón de los pecados por medio del arrepentimiento genuino (2 Crónicas 7:12-14).


12 Entonces Jehová se apareció a Salomón de noche y le dijo: "Yo he escuchado tu oración y he elegido para mí este lugar como casa para los sacrificios. 13 Si cierro los cielos de modo que no haya lluvia, o si mando la langosta para que devore la tierra, o si envío peste a mi pueblo; 14 si se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, si oran y buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra.


A pesar de la situación, o el motivo del juicio sufrido, Dios brinda una oportunidad más a su pueblo. El “volveos a mí involucra el arrepentimiento, la obediencia y el cumplir la parte del pacto que les corresponde; pero debe ser sincero, “de todo corazón”. Esto, por supuesto, no exime el ayuno, el llanto y el lamento que se van a dar como muestras externas del dolor y la vergüenza por el pecado que los causó, pero recordando que Dios no quiere vestiduras rasgadas (los judíos rompían sus vestidos en señal de tristeza y dolor), expresiones mecánicas o superficiales, sino un arrepentimiento genuino, sincero, de corazón; un arrepentimiento espiritual. Romperse las vestiduras será en vano, a menos que los corazones hayan sido desgarrados por la humillación, el aborrecimiento y la pena por sus pecados, así como por la separación de los mismos (Salmo 51:17).


Por otro lado, en la segunda parte del versículo 13 de Joel 2 es posible darnos cuenta de que Dios no nos busca para castigarnos, sino que posee características maravillosas que más bien nos llaman al arrepentimiento. Dios es “clemente y compasivo”, lo cual implica que es bondadoso, cariñoso y siente pena por nuestro sufrimiento (ver Salmo 103:8-14). También es “lento para la ira y grande en misericordia”, como lo expresa 2 Pedro 3:9 no porque se retrase en hacer las cosas, sino porque es paciente con nosotros y no quiere que nos perdamos, más bien nos da la oportunidad de arrepentirnos por su gran amor que lo mueve a la misericordia y al perdón de nuestros pecados (ver Éxodo 34:6-7a). Finalmente Joel 2:13 menciona que Jehová “desiste del castigo”, lo cual confirma lo maravilloso que es nuestro Dios. Él, el único con autoridad sobre nuestras vidas, posee la facultad de cambiar de parecer aún cuando ha establecido que en su voluntad hay algo más, es decir aún cuando Él lo declaró, podía evitar que la plaga azotara al pueblo, si se arrepentía (ver Jeremías 18:8; 42:10; Amós 7:3, 6).


Con los acontecimientos ocurridos en fechas recientes, es decir, la epidemia por el virus de influenza porcina declarada el pasado jueves en México y que hoy en día ha sido detectada en algunos otros países del mundo elevando la situación al nivel de pandemia, la palabra en Joel 2 me impacta aún más. Y no es sólo la cuestión del virus, si a esto le agregamos el escenario en el cual nos encontrábamos ya como nación (violencia, inseguridad, delincuencia, carencia de valores, inmoralidad, prácticas oculistas, idolatría…) que incluso se han infiltrado al pueblo de Dios, no es difícil asociarlo al momento en que se encontraba Israel descrito por Joel.


Pienso que Dios nos está haciendo un fuerte llamado al arrepentimiento, lo ha estado haciendo desde hace mucho tiempo y nos ha dado la oportunidad de volver nuestros corazones hacia Él. Recordemos que es un Padre amoroso y misericordioso que está esperándonos para perdonarnos. Dios quiere restaurar lo que se ha perdido y además bendecirnos, como podemos percatarnos si continuamos leyendo hasta el final del capítulo 2 de Joel. Ahora es el tiempo de poner nuestra vida verdaderamente en manos de Dios, no por temor a contraer un virus o a ser objeto de alguna otra plaga, sino para vivir la vida maravillosa que Él ha diseñado para cada uno de nosotros. Dios les bendiga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nos interesa tu opinión, escríbenos a llamadodedios@gmail.com